Sunday, November 20, 2011

Jerusalén

Jerusalén
Ciudad que fue capital de la antigua nación de Israel a partir del año 1070 a. E.C. Después de la división de la nación en dos reinos (997 a. E.C.), continuó siendo la capital del reino meridional de Judá. En las Escrituras aparecen más de 800 referencias a Jerusalén.

Nombre.

El nombre más antiguo de esta ciudad que se registra es “Salem”. (Gé 14:18.) Aunque hay quien relaciona el significado del nombre de Jerusalén con un dios semita occidental llamado Salem, el apóstol Pablo muestra que el verdadero significado de la segunda mitad del nombre es “Paz”. (Heb 7:2.) La grafía hebrea de la segunda parte del nombre parece estar en número dual, es decir “Paz Doble”. En los textos acadios (asirobabilonios) se le da el nombre de Urusalim (o Ur-sa-li-im-mu), por lo que algunos doctos traducen el nombre: “Ciudad de Paz”. Pero la forma hebrea, que es la que lógicamente debería contar, parece significar “Posesión (o: Fundamento) de Paz Doble”.
En las Escrituras se usaron otros muchos títulos o expresiones para referirse a esta ciudad. En una ocasión el salmista utiliza su nombre primitivo “Salem” (Sl 76:2), mientras que en otros pasajes se usan los siguientes nombres: “ciudad de Jehová” (Isa 60:14), “pueblo del gran Rey” (Sl 48:2; compárese con Mt 5:35), “Ciudad de Justicia” y “Población Fiel” (Isa 1:26), “Sión” (Isa 33:20) y “ciudad santa” (Ne 11:1; Isa 48:2; 52:1; Mt 4:5). El nombre “al-Quds”, que significa “la [Ciudad] Santa”, es aún la denominación popular que se le da en árabe. En los mapas modernos de Israel se usa el nombre Yerushalayim.

Ubicación.

Se encontraba en los límites de un desierto árido (el desierto de Judá), relativamente apartada de las principales rutas comerciales internacionales, y su suministro de agua era limitado. No obstante, había dos rutas comerciales nacionales que se cruzaban cerca de la ciudad: una iba de N. a S. a lo largo de la meseta, formando la “columna vertebral” de la antigua Palestina, y unía las ciudades de Dotán, Siquem, Betel, Belén, Hebrón y Beer-seba; la segunda ruta iba de E. a O. desde Rabá (la moderna `Amman), pasaba a través de valles torrenciales hasta la cuenca del río Jordán, subía por las escarpadas faldas de las montañas de Judea y luego bajaba serpenteando por las laderas occidentales hasta la costa mediterránea y el puerto de Jope. Además, Jerusalén estaba ubicada casi en el centro de la Tierra Prometida, lo que la hacía adecuada como el centro administrativo de la nación.
Jerusalén está entre las colinas de la cadena montañosa central, a unos 55 Km. de la costa del Mediterráneo y a unos 25 Km. al O. del extremo N. del mar Muerto. (Compárese con el Sl 125:2.) Su altitud, de unos 750 m. sobre el nivel del mar, la convirtió en una de las capitales más elevadas del mundo. En las Escrituras se hace referencia a su “encumbramiento” y se dice que los viajeros tenían que ‘subir’ desde las llanuras costeras para llegar a la ciudad. (Sl 48:2; 122:3, 4.) Tiene un clima agradable, con noches frescas y una temperatura media anual de 17 °C. La precipitación anual es de 630 mm. y se produce sobre todo entre noviembre y abril.
A pesar de su altitud, Jerusalén no sobresale de sus alrededores, por lo que el viajero solo consigue tener una vista completa de la ciudad cuando se encuentra muy cerca. Al E., el monte de los Olivos se eleva a unos 800 m.; al N., el monte Escopus alcanza una altura de 820 m., y las colinas que circundan la ciudad por el S. y el O. llegan a 835 m. Por consiguiente, desde estas elevaciones puede divisarse el monte del Templo (c. 740 m.).
Podría parecer que esta situación constituía una seria desventaja en tiempos de guerra. No obstante, tenía la ventaja de que por tres de sus lados estaba rodeada de valles con laderas empinadas: al E., el valle torrencial de Cedrón; al S. y al O., el valle de Hinón. También había un valle central —al que al parecer hace referencia Josefo como valle de Tiropeón (o “valle de los queseros”)—, que dividía la ciudad en dos colinas, una oriental y otra occidental. (La Guerra de los Judíos, libro V, cap. IV, sec. 1.) Este valle central se ha rellenado considerablemente a través de los siglos, pero los visitantes todavía tienen que bajar a una depresión central y luego subir al otro lado para cruzar la ciudad. Hay indicios de que además del valle central que iba de N. a S., había otros dos valles menores que dividían las colinas de E. a O.: uno que dividía la colina oriental, y el otro, la occidental.
Parece ser que las laderas inclinadas del valle siempre se aprovecharon para formar parte de los muros defensivos de la ciudad. El único lado de la ciudad que no tenía una defensa natural era el flanco N., por lo que en esa parte los muros se construyeron especialmente fuertes. Según Josefo, cuando el general Tito atacó la ciudad en 70 E.C., por ese lado tuvo que enfrentarse a tres diferentes muros dispuestos uno detrás de otro.

Suministro de agua.

Los habitantes de Jerusalén padecieron escaseces de alimentos severas cuando sitiaban la ciudad, pero parece ser que no tuvieron gran problema con el agua. A pesar de que la ciudad está cerca del árido desierto de Judea, tenía acceso a un constante suministro de agua dulce, y además disponía de instalaciones adecuadas para almacenarla dentro de los muros de la ciudad.
Había dos manantiales cerca de la ciudad: En-roguel y Guihón. El primero estaba un poco al S. de la confluencia de los valles de Cedrón e Hinón. Aunque era un valioso abastecimiento de agua, su ubicación lo hacía inaccesible durante tiempos de ataque o sitio. El manantial de Guihón estaba en el lado O. del valle de Cedrón, junto a lo que llegó a llamarse la Ciudad de David. Aunque se encontraba fuera de los muros de la ciudad, estaba lo bastante cerca como para que se pudiera excavar un túnel y perforar un pozo a fin de que los habitantes de la ciudad pudieran extraer agua del manantial sin salir de los muros protectores. Según los testimonios arqueológicos, estas obras se remontan a los inicios de la historia de la ciudad. En 1961 y 1962 las excavaciones descubrieron una pared primitiva situada debajo del extremo superior o entrada del túnel, con lo que dicha entrada quedaba dentro de la ciudad. Se cree que era el muro de la antigua ciudad jebusea.
Con el paso de los años se hicieron otros túneles y canales para encauzar las aguas de Guihón. Uno de estos canales, que salía de la boca de la cueva del manantial de Guihón, bajaba por el valle y rodeaba el extremo de la colina sudoriental hasta un estanque ubicado en la confluencia del valle de Hinón con el valle central de Tiropeón. A juzgar por lo que se ha hallado, era como una zanja cubierta con piedras planas, y algunos de sus tramos estaban perforados a través de la ladera de la colina. A intervalos había aberturas que permitían sacar el agua para el riego de las terrazas del valle que estaban más abajo. El desnivel del canal, de 4 a 5 mm. por metro, hacía que el agua fluyera con lentitud, como “las aguas del Siloé, que están yendo apaciblemente”. (Isa 8:6.) Se piensa que este canal, desprotegido y vulnerable, se construyó durante el reinado de Salomón, cuando predominaban la paz y la seguridad.
Los hogares y edificios de Jerusalén estaban provistos de cisternas subterráneas para complementar el suministro de agua de los manantiales. El agua de lluvia que se recogía de los tejados se almacenaba en estos aljibes, que la mantenían limpia y fresca. Al parecer, el recinto del templo tenía cisternas de tamaño considerable. Los arqueólogos han encontrado restos de 37 cisternas en esa zona, y afirman que su capacidad total era de unos 38.000 Kl. Se calculó que una sola cisterna tenía un volumen de 7.600 Kl.
A lo largo de los siglos se construyeron varios acueductos para suministrar agua a Jerusalén. La tradición atribuye a Salomón la construcción de un conducto que iba desde los “estanques de Salomón” (tres embalses situados al SO. de Belén) hasta el recinto del templo de Jerusalén. En Eclesiastés 2:6 Salomón dice: “Me hice estanques de agua, para regar con ellos el bosque”. La empresa de construir estanques bien pudo incluir la construcción de un acueducto que suministrara la cantidad de agua adicional que se necesitaría en Jerusalén una vez que se iniciaran los servicios en el templo. No obstante, no hay más pruebas que la tradición para atribuir a Salomón la construcción del citado acueducto. Entre los acueductos descubiertos se encuentra el que llevaba el agua desde los manantiales de Wadi el-`Arrub, a unos 20 Km. al SSO. de Jerusalén, hasta los estanques de Salomón, que posiblemente es el que Josefo dice que construyó Poncio Pilato con los fondos del tesoro del templo. (Antigüedades Judías, libro XVIII, cap. III, sec. 2; La Guerra de los Judíos, libro II, cap. IX, sec. 4.) Dos acueductos iban desde los estanques de Salomón hasta Jerusalén; el inferior es el más antiguo, posiblemente del tiempo de Herodes o de los asmoneos. Pasaba por debajo de Belén y llegaba al monte del Templo cruzando el “Arco de Wilson”.

Investigación arqueológica.

Aunque se han hecho muchas excavaciones, se han podido determinar pocos hechos concretos sobre la ciudad de tiempos bíblicos. Varios factores han condicionado las investigaciones o limitado su valor. La historia de Jerusalén muestra que en nuestra era la ciudad ha sufrido una serie de ocupaciones casi ininterrumpida, lo que ha dejado muy poco espacio donde excavar. Además, la ciudad fue destruida varias veces y se levantaron nuevas ciudades sobre las ruinas de las anteriores. Las sucesivas capas superpuestas de escombros, que en algunos lugares alcanzan hasta los 30 m. de espesor, han ocultado los límites primitivos de la ciudad y dificultado en gran manera la interpretación de los hallazgos. Se han desenterrado algunas partes del muro, estanques, túneles de agua y tumbas antiguas, pero muy poca documentación escrita. Los principales descubrimientos arqueológicos proceden de la colina SE., que ahora se encuentra fuera de los muros de la ciudad.
Las principales fuentes de información sobre la ciudad antigua, por lo tanto, siguen siendo la Biblia y la descripción de la ciudad del primer siglo que da el historiador judío Josefo.

Historia primitiva.

La primera mención histórica de la ciudad se remonta a la década de 1943 a 1933 a. E.C., cuando se encontraron Abrahán y Melquisedec. Melquisedec era “rey de Salem” y “sacerdote del Dios Altísimo”. (Gé 14:17-20.) Sin embargo, el origen de la ciudad y de su población sigue tan oscuro como el origen de su rey-sacerdote Melquisedec. (Compárese con Heb 7:1-3.)
Parece ser que en las inmediaciones de Jerusalén ocurrió otro acontecimiento de la vida de Abrahán. Se le mandó que ofreciera a su hijo Isaac en “una de las montañas” de la “tierra de Moria”. El templo de Salomón se construyó sobre el “monte Moria”, en un lugar que antes había sido una era. (Gé 22:2; 2Cr 3:1.) Por lo tanto, la Biblia relaciona el lugar donde Abrahán estuvo a punto de efectuar el sacrificio con la región montañosa de los alrededores de Jerusalén. No se menciona si Melquisedec aún vivía entonces, pero es probable que Salem nunca fuera un territorio enemigo para Abrahán.
Las tablillas de el-Amarna, escritas por gobernantes cananeos a su jefe supremo egipcio, incluyen siete cartas procedentes del rey o gobernador de Jerusalén (Urusalim). Estas se escribieron antes de que los israelitas conquistasen la tierra de Canaán. Así que en los aproximadamente cuatrocientos sesenta y cinco años transcurridos entre el encuentro de Abrahán con Melquisedec y la conquista israelita, Jerusalén había llegado a ser posesión de los cananeos camitas paganos y estaba bajo la dominación del Imperio egipcio, también camita.
En el relato de la conquista relámpago de Canaán que llevó a cabo Josué, se menciona a Adoni-zédeq, rey de Jerusalén, entre los reyes confederados que atacaron Gabaón. Su nombre (que significa “[Mi] Señor Es Justicia”) se asemeja mucho al del anterior rey de Jerusalén, Melquisedec (“Rey de Justicia”), pero Adoni-zédeq no era adorador del Dios Altísimo, Jehová. (Jos 10:1-5, 23, 26; 12:7, 8, 10.)
Cuando se repartieron por suertes los territorios tribales, Jerusalén quedó en el límite entre Judá y Benjamín, siendo el valle de Hinón el verdadero límite. Esto colocaría dentro del territorio de Benjamín al menos lo que más tarde llegó a ser la “Ciudad de David”, situada en las colinas que están entre los valles de Cedrón y Tiropeón. Sin embargo, parece ser que la ciudad cananea tenía poblados anexos o “suburbios”, que tal vez se extendían al O. y al S. del valle de Hinón, ya dentro del territorio de Judá. En Jueces 1:8 se le atribuye a Judá la conquista inicial de Jerusalén, pero después que las fuerzas invasoras siguieron adelante, los habitantes jebuseos se quedaron (o volvieron) con una fuerza suficiente como para formar un foco de resistencia que ni Judá ni Benjamín pudieron reducir. Así que tanto de Judá como de Benjamín se dice que ‘los jebuseos continuaron morando con ellos en Jerusalén’. (Jos 15:63; Jue 1:21.) Esta situación continuó por unos cuatro siglos, y a veces se hacía referencia a la ciudad como “Jebús”, una “ciudad de extranjeros”. (Jue 19:10-12; 1Cr 11:4, 5.)

Las torres de Jerusalén

La Torre de los Hornos de Cocer estaba situada en el extremo NO. de la ciudad, cerca o al lado de la Puerta de la Esquina. (Ne 3:11; 12:38.) No se sabe con seguridad por qué se le dio ese nombre, pero es muy posible que se deba a que los panaderos estaban por aquellos alrededores. Puede que haya sido una de las torres que Uzías edificó durante su reinado en Jerusalén, de 829 a 778 a. E.C. (2Cr 26:9.) A lo largo de la muralla N. de la ciudad había otras dos torres importantes: la Torre de Hananel, reconstruida y santificada en los días de Nehemías (Ne 3:1; 12:39; Jer 31:38; Zac 14:10), y, hacia el E., cerca de ella y de la Puerta de las Ovejas, la Torre de Meah. Tampoco se sabe por qué se llamaba Meah, que significa “Centenar”. (Ne 3:1; 12:39.)
En el muro E., al S. del recinto del templo, estaba “la torre que sale”, y todavía más al S., en las proximidades del palacio de David, había una torre relacionada con la Casa del Rey, cerca del Patio de la Guardia. (Ne 3:25-27.) Algunos creen que en El Cantar de los Cantares se hace referencia a esta torre con la expresión: “La torre de David, edificada en series de piedras, en la cual están colgados mil escudos, todos los escudos circulares de los hombres poderosos”. (Can 4:4.) Esta torre no debería confundirse con la llamada Torre de David, que es más moderna e incorpora la Torre de Fasael, parcialmente destruida por Tito en el año 70 E.C. Dicha torre fue una de las tres que Herodes el Grande edificó para proteger su nuevo palacio, erigido cerca del lugar de la antigua Puerta de la Esquina, en el extremo occidental de la ciudad.
La Torre de Siloam probablemente estaba en las inmediaciones del estanque de Siloam, ubicado en el sector SE. de Jerusalén. Jesús comentó que esta torre se derrumbó y causó la muerte de dieciocho hombres, un acontecimiento que debía estar fresco en la memoria de su auditorio. (Lu 13:4; véase ANTONIA, FORTALEZA.)
En gran parte, los sucesos de los primeros capítulos de Hechos tienen lugar en Jerusalén. Esta ciudad se encuentra enclavada entre las colinas de la cordillera central de Judea, a unos 55 kilómetros (34 millas) al este del mar Mediterráneo. Creció en torno a la fortaleza de Sión, monte conquistado en el año 1070 a. E.C. por el rey David, quien fijó allí su residencia y la capital del reino.
Cerca de Sión se alza otro cerro que la tradición judía identifica con el monte Moria, en el cual Abrahán intentó sacrificar a Isaac mil novecientos años antes de los acontecimientos descritos en Hechos. Esta elevación quedó integrada en el conjunto urbano cuando Salomón construyó sobre ella el primer templo dedicado a Jehová, que desde entonces fue el elemento central de la vida y culto del judaísmo.
Al santuario acudían periódicamente los judíos devotos de toda la tierra habitada a fin de ofrecer sacrificios, adorar a Jehová y celebrar las festividades religiosas, en conformidad con el siguiente mandato divino: “Tres veces al año todo varón tuyo debe presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escoja” (Deu. 16:16). Jerusalén era además la sede del Gran Sanedrín, tribunal supremo y consejo administrativo de la nación. (Biblia Dinámica)

En esta ciudad es donde se dan los acontecimientos más importantes de la vida de Jesús. dentro de algunos lugares a destacar en esta ciudad, tenemos los siguientes


Cenáculo

 
El Cenáculo es el lugar de Jerusalén donde Jesús cenó con los apóstoles la última cena de su vida, antes de morir en la cruz. Es también el lugar donde se reunían los apóstoles después de la resurrección de Jesús y donde se encontraban durante el Pentecostés.(Wikipedia)







 Fuente de Siloe
Parece ser que el nombre “Siloé” designaba un conducto o canal de Jerusalén. Cierto canal antiguo salía de la cueva de la fuente de Guihón, pasaba por el valle de Cedrón, bordeaba la colina que estaba al SE. de Jerusalén y desembocaba en un estanque situado en la confluencia de los valles de Hinón y Tiropeón. El declive del canal, de unos 4 ó 5 mm. por metro, producía una corriente lenta y apacible, lo que encajaría con la frase: “Las aguas del Siloé, que están yendo apaciblemente”. La referencia a estas “aguas del Siloé” en Isaías 8:6 es figurativa y representa la fuente de verdadera salvación y seguridad.(Biblia Dinámica)   


                


Templo De Herodes

El Templo de Jerusalén (Beit Hamikdash, בית המקדש en hebreo) fue un santuario del pueblo de Israel, situado en la explanada del monte Moria, en la ciudad de Jerusalén, donde se ubican en la actualidad la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al-Aqsa.
Según lo escrito en la Biblia, la construcción del Templo de Salomón se realizó en el siglo X a.C. (aproximadamente en la década de 960 a.C.), para sustituir el Tabernáculo que durante siglos, desde el Éxodo, se venía utilizando como lugar de reunión y de culto a Dios. Contó para esta empresa con la ayuda del rey de Tiro, Hiram.
El Templo propiamente dicho, según la descripción de la Biblia, era un edificio pequeño, orientado sobre un eje longitudinal en dirección Este-Oeste. El edificio debió tener una longitud interior de aproximadamente 27 metros, 9 metros de ancho y una altura de también 13,5 metros (60×20×30 codos). Sus dimensiones, por tanto, eran más bien las de una capilla palatina, ya que el culto se hacía desde su exterior. A ambos lados de su entrada se erigieron dos columnas, llamadas Jaquín y Boaz. Los sacerdotes y el rey entraban en el Templo a través de una gran puerta enchapada en oro, de aproximadamente 10 metros de alto y 4 de ancho. Tras de esa puerta se encontraba el vestíbulo de entrada, el Musam. Después de este vestíbulo, se encontraba la estancia principal, el Hajal o Santo, iluminado a través de unas ventanas altas. La anchura y longitud guardaban una proporción de 1:2, lo que significa que la planta del Hajal estaba compuesta por un doble cuadrado. El forjado de piedra se cubrió con un solado de madera de cedro. Las paredes del «Hajal» se cubrieron con láminas de cedro, traídas de las montañas del Líbano, el mismo material de las vigas del forjado.
La tercera cámara, el Pemir, Kodet HaKodasht, se encontraba en la parte trasera, a un nivel más alto que el Heijal, y sólo podía accederse a él subiendo por una escalera. El Pemir tenía la forma de un cubo de aproximadamente 10×10×10 metros (20×20×20 codos), y en su centro se ubicó el Arca de la Alianza. Éste era un arcón grande, hecho de madera de acacia, cubierta con planchas de oro y con cuatro anillas a las esquinas en las que se ponían varas para transportarla. Dentro del Arca se guardaron las Tablas de la Ley, entregadas por el mismo Dios a Moisés. En estas Tablas se grabaron los Diez Mandamientos, sirviendo de conexión entre Dios e Israel.
Durante los tiempos del Éxodo del pueblo judío el Arca estaba oculta en el Tabernáculo, que fue finalmente traído a Jerusalén por el rey David. Ya se había acreditado, según la descripción de la Biblia, el poder de Dios a través del Arca cuando se derrumbaron las murallas de Jericó al pasar los judíos ante ellas con el Arca.
El edificio se situó en el monte Moriá, que en tiempos del rey David constaba con una cima de aproximadamente 40×100 metros. Durante el reinado de Salomón se agrandó. Pero fue en los tiempos del rey asmoneo Herodes
cuando su superficie se aumentó hasta formar una explanada de aproximadamente 500 metros de largo por 300 metros de ancho. El patio interior del Templo se rodeó por un muro formado por tres capas de bloques de piedra cubiertas por vigas de madera de cedro. En este patio interior podían entrar los peregrinos y las masas de fieles, pero el Santuario del Templo sólo era accesible al rey y a los sacerdotes.
La construcción del Templo de Jerusalén fue el evento más importante del reinado de Salomón, gracias al cual su nombre se ha recordado hasta 30 siglos después de su muerte. Ya en la biblia el Templo había acaparado la mayoría de los escritos donde aparecía el rey Salomón. Su fama ha trascendido los tiempos, influyendo –como edificio ideal diseñado por el mismo Dios– en la concepción de edificios como Santa Sofía de Constantinopla o el Monasterio de El Escorial.
Después de la muerte de Salomón, el templo sufrió profanaciones no sólo con las invasiones sino con la introducción de deidades siro-fenicias en ciertos periodos y sólo se restauró en varias ocasiones como en los reinados de Ezequías y Josías. Finalmente fue destruido por el rey babilónico Nabucodonosor II en 586 a. C., que además llevó cautiva a una gran parte de los habitantes del Reino de Judá hacia tierras caldeas.
La Reconstrucción
Luego del retorno desde el cautiverio, bajo el liderazgo de Zorobabel, los arreglos para reorganizar el desolado Reino de Judá fueron hechos casi inmediatamente, luego de su desaparición setenta años antes. El grupo de peregrinos, de 42.360 personas incluyendo niños (junto a sus 7.337 sirvientes y 200 músicos, según Esdras 2:65), habiendo completado el largo y lúgubre retorno a casa desde las riberas del Éufrates hasta Jerusalén y animados en todo el proceso por un fuerte impulso religioso, una de sus primeras preocupaciones fue restaurar su antigua casa de adoración, reconstruyendo el destruido templo y restituyendo sus rituales.
Con la invitación de Zorobabel, el gobernador, quien les mostró un notable ejemplo de liberalidad contribuyendo personalmente con 1.000 dáricos de oro, además de otros regalos, la gente entregó sus regalos al tesoro sagrado con gran entusiasmo (Esdras 2). Primero levantaron y dedicaron el altar de Dios en el punto exacto donde se encontraba el antiguo. Luego limpiaron los escombros carbonizados que ocupaban el sitio del antiguo templo. Finalmente, en el segundo mes del segundo año (535 a. C.), y ante la emoción y júbilo del público allí congregado (Libro de los Salmos 116-118), se pusieron los cimientos del segundo templo. Este acto tuvo mucha importancia para el pueblo hebreo, aunque dio lugar a recuerdos y sentimientos encontrados por el público asistente (Hageo 2:3; Zacarías 4:10).
[editar] La oferta samaritana
Los samaritanos hicieron una propuesta de colaboración en los trabajos. De cualquier forma, Zorobabel y los ancianos declinaron a la oferta ya que sentían que Judea debía construir el templo sin ayuda. Inmediatamente malvados reportes se difundieron respecto a los judíos. De acuerdo a Esdras 4:5, los samaritanos buscaban frustrar sus propósitos de construir el templo y enviaron mensajeros a Ecbatana y Susa, lo que dio como resultado que los trabajos fueran suspendidos..
[editar] Los monarcas
Siete años después de este episodio, Ciro el Grande, que ordenara y declarara la construcción del templo, murió y fue sucedido por su hijo Cambises. Tras su muerte le siguió Esmerdis, que ocupó el trono por cerca de siete u ocho meses, cuando ascendió Darío I (521 a. C.). En el segundo año de su reinado se retomaron los trabajos de reconstrucción del templo hasta su finalización, bajo el estímulo de los consejos y premoniciones de los profetas Hageo y Zacarías. En la primavera del 516 a. C. estaba listo para la consagración, más de veinte años después del retorno desde el cautiverio. El templo fue terminado el tercer día del mes de Adar, en el sexto año del reinado de Darío (Esdras 6:15).
Renovación bajo el reinado de Herodes
Alrededor del 19 a.C., Herodes el Grande comenzó una masiva renovación y expansión del templo. Éste fue demolido y se construyó uno nuevo en su lugar. La nueva estructura es referida algunas veces como el Templo de Herodes, pero también se le sigue llamando Segundo Templo ya que los rituales de sacrificios continuaban sin disminución durante todo el proceso de construcción.
El 25 de septiembre del 2007, Yuval Baruch, arqueólogo, junto con la Autoridad de Antigüedades de Israel, anunciaron su descubrimiento de una cantera, la que proporcionaba al Rey Herodes con las piedras para la reconstrucción del templo. Fueron encontradas monedas, alfarería y postes de hierro, los que entregaron la fecha aproximada de 19 a. C. El arqueólogo Ehud Nesher confirmó que los contornos largos de las rocas evidencian que se trataría de un proyecto público masivo en el que trabajaron cientos de esclavos.
Destrucción del Templo
En el 66 dC, la población judía se rebeló en contra del Imperio romano. Cuatro años después, el 70 dC, las legiones romanas bajo las órdenes de Tito reconquistaron y luego destruyeron la mayor parte de Jerusalén y el Segundo Templo. El arco de Tito, levantado en Roma para conmemorar la victoria de Tito en Judea representa los soldados romanos llevándose la Menorah del templo. Jerusalén fue arrasada por el Emperador Adriano nuevamente en 135 dC.
Artículos perdidos
En este segundo templo se perdió el Arca de la Alianza, el Urim y el Thumim, el óleo y el fuego sagrados, los Diez Mandamientos, la fuente de maná y la vara de Aarón. El Kodesh Hakodashim fue separado por cortinas a diferencia del primer templo donde había un muro. Al igual que en el Tabernáculo había solo un candelabro en el lugar santo, una mesa para el pan, y el altar de los inciensos, con incensarios de oro y muchas de las vasijas de oro que pertenecieron al Templo de Salomón y habían sido llevadas a Babilonia pero devueltas por Ciro.
El segundo templo también se diferenciaba del primero en que mientras el último tenía muchos árboles, en el antiguo no habían. También tenía un espacio para los gentiles (extranjeros) devotos de Dios, los que se regían solo por ciertas normas del Judaísmo. Este templo estaba adornado con oro y otros materiales preciosos, y era considerado el lugar más santo para los Judíos.
Según el investigador ocultista José Ignacio Carmona Sánchez, en su estudio histórico Toledo y la Mesa de Salomón; entre Escila y Caribdis,1 alguno de estos objetos podría estar ubicado en el entorno del Castillo de Montalbán y la Iglesia de Santa María de Melque, en Toledo:
"De igual modo, cabe imaginar que la Iglesia de Santa María de Melque era un lugar idóneo para ocultar cualquier tesoro, debido a la existencia en sus aledaños de una intrincada red de galerías que se proyecta hasta el cercano Castillo de Montalbán.
[...]
La trama del Grial tiene su punto de inflexión en Toledo, a través de Flegetanis, no por casualidad "del linaje de Salomón". Solo en Toledo podrían hallarse los hombres puros, es decir, los del "saco de Benjamín", la más pura aristocracia judía, los atávicos custodios de los objetos sacrosantos del pueblo judío. El Castillo de Montalbán (¿Montsalvat?2 ) encuentra su protagonismo independientemente de si en sus entrañas, comunicadas con la Iglesia de Santa María de Melque, exista una piedra llamada Grial o Mesa de Salomón.".
Toledo y la Mesa de Salomón; entre Escila y Caribdis. José Ignacio Carmona Sánchez, 2011.3 (Wikipedia)




Monte De Los Olivos

El monte de los Olivos está ubicado en el valle de Kidrón, al este de Jerusalén. En él, según la Biblia, Jesús realizaba frecuentemente sus oraciones, e incluso se encontraba allí el día que fue arrestado.
El monte de los Olivos es considerado uno de los lugares más sagrados de Tierra Santa. Allí están ubicadas las iglesias de Getsemaní, Pater Noster y Dominus Flevit.
El monte de los Olivos toma su nombre de los olivos que pueblan sus laderas. A los pies están los Jardines de Getsemaní, donde Jesús se hospedó en Jerusalén, según la tradición. El monte de los Olivos es el lugar de muchos eventos bíblicos importantes. Los soldados romanos de la Décima Legión acamparon en el monte durante el sitio a Jerusalén en el año 70 a. C., que llevó a la destrucción de la ciudad.
En el Libro de Zacarías, el monte de los Olivos aparece identificado como el lugar desde el que Dios comenzará a redimir a los muertos al final de los tiempos. Por esta razón, los judíos siempre han intentado ser enterrados en la montaña, y desde los tiempos bíblicos hasta hoy el monte se ha usado como cementerio para los judíos de Jerusalén. Hay aproximadamente 150.000 tumbas en el monte, incluyendo las de muchas figuras famosas como Zacarías (que profetizó allí), Yad Avshalom y muchos rabinos desde el siglo XV al XX, incluyendo a Abraham Isaac Kook, el primer Rabino Jefe Ashkenazi de Israel.(Wikipedia)


Pretorio 
Prisión de Cristo

El Pretorio (Praetorium en latín) fue el nombre dado al cuartel general de la armada romana. El praetorium era la tienda o edificio del comandante de una fortificación romana en un castrum or castellum.
Posteriormente el pretorio fue utilizado como residencia del procurador (gobernador) de la provincia romana. El término era usado asimismo para el cuartel general del emperador.
La palabra (también escrita como prœtorium o pretorium) deriva del griego antiguo praitórion, con el mismo significado de cuartel general.
El Praetor ("líder") fue en principio el título del funcionario de más alto nivel de la República Romana, pero ulteriormente se convirtió en la posición directamente inferior en rango al cónsul. La guardia personal de un general era conocida como la cohors praetoriae (cohorte pretoriana), de la cual nació la Guardia Pretoriana, la guardia personal del emperador.
[editar] Connotaciones Cristianas
En el Nuevo Testamento, el pretorio se refiere al palacio del Poncio Pilato, el procurador romano de Judea. Según el Nuevo Testamento, en este pretorio Jesucristo fue azotado, juzgado y condenado a muerte por crucifixión.(Wikipedia)

 

La Via Dolorosa

La Vía Dolorosa es una calle de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Dicha calle se ha tomado, tradicionalmente, como parte del itinerario que tomó Cristo, cargando con la Cruz, camino de su crucifixión. En la misma se encuentran marcadas nueve de las 15 estaciones del Viacrucis. Las restantes estaciones se encuentran dentro de la Iglesia del Santo Sepulcro. Es un importante foco de peregrinaje.
El itinerario tradicional empieza justo dentro de la Puerta de los Leones (Puerta de San Esteban), cerca de la localización de la antigua Fortaleza Antonia, dirigiéndose hacia el Oeste a través de la ciudad antigua hacia la Iglesia del Santo Sepulcro. Este itinerario está basado en la procesión organizada por los Franciscanos en el siglo XIV.
Mientras las señalizaciones de las denominaciones del resto de las diferentes calles hierosolimitanas son traducidas a inglés, hebreo y árabe, el nombre VIA DOLOROSA es utilizado en los tres idiomas.
Otros itinerarios
Una procesión bizantina el Miércoles Santo empezaba desde lo alto del Monte de los Olivos, deteniéndose en Getsemaní, entrando en la Ciudad Vieja a través de la Puerta de los Leones y proseguía aproximadamente por la actual Vía Dolorosa hasta la Iglesia del santo sepulcro.
Alrededor del siglo VIII, algunas estaciones eran hechas siguiendo un camino que atravesaba el sur de la ciudad vieja, a la casa de Caifás en el Monte Sion, hacia el Pretorio, prosiguiendo luego hacia la Iglesia del Santo Sepulcro.(Wikipedia)





Tumba De Jesús 

El Santo Sepulcro es un sitio religioso relacionado especialmente con el Cristianismo, particularmente católicos y ortodoxos. El lugar, llamado también Gólgota (en arameo, Golgotha, 'calavera') es donde-según los Evangelios- se produjo la Crucifixión, enterramiento y Resurrección de Cristo. Está ubicado dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén, la cual a su vez se ubica en la línea de confluencia entre la Jerusalén oriental (árabe) y occidental (judía).
A la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén también se la conoce como la Basílica de la Resurrección (Griego: Ναός της Αναστάσεως, Naós tis Anastáseos; Georgiano: Agdgomis Tadzari; Armenio: Surp Harutyun) o de la Anástasis (en griego, 'Resurrección').
Esta basílica, uno de los centros más sagrados del Cristianismo, ha sido un importante centro de peregrinación desde el siglo IV.
Hoy día alberga la sede del Patriarca Ortodoxo de Jerusalén y es la catedral del Patriarcado Latino de Jerusalén.
Precisación
En general, cuando hablamos del Santo Sepulcro, nos referimos a dos cosas:
La iglesia de Jerusalén en la que se encuentran el sepulcro de Jesús, el monte Calvario (donde murió), la piedra donde fue ungido antes de ser sepultado y el aljibe donde fue encontrada su cruz cuatro siglos más tarde. Secundariamente alberga diversas capillas. Entre ellas destaca la capilla de Santa Elena, el coro de los Griegos y la capilla del Santísimo (de los franciscanos, custodios de Tierra Santa), la capilla de Longinos, y otras más.
El sepulcro de Jesús (que se encuentra dentro de aquella iglesia).
Origen
El lugar hace referencia histórica[cita requerida] a la sepultura de Jesús en una época comprendida entre el año 30 y 33.[cita requerida] Entre los sitios religiosos de Tierra Santa, el Santo Sepulcro es uno de los mejor datados[cita requerida] históricamente.
Significado religioso
El significado religioso dado al Santo Sepulcro dentro del Cristianismo es importantísimo, pues dentro de este recinto se encuentra tanto el Calvario, donde Jesucristo murió, como su sepulcro, lugar en el que, según afirman los Evangelios, resucitó al tercer día de su muerte. Por esta razón el sepulcro es el centro principal de la basílica. La capilla que lo contiene, en medio de la llamada «Rotonda» al frente del coro de los Griegos, es conocida como la ἀνάστασις (que en griego significa 'resurrección').
Historia
Según los evangelios, antes de la muerte de Jesús el sitio era una tumba ya habilitada como tal, pero no utilizada todavía, propiedad de un rico judío seguidor de Cristo llamado José de Arimatea. Se trataría de un hueco horadado en la roca, que podía taparse con una gran piedra destinada al efecto para que rodara o se deslizara hasta la abertura del nicho.
Una de las versiones sobre el primer anuncio de la Resurrección de Cristo, según los Evangelios, es el momento en que las mujeres que iban a ungir su cadáver con especias aromáticas —María Magdalena, María, madre de Santiago el Menor, y Salomé, madre de Santiago y Juan— se encontraron con la piedra desplazada, y el nicho expuesto y vacío.
Siempre teniendo como única fuente los Evangelios, pero confirmados por los trabajos arqueológicos[cita requerida], la tumba estaría situada en un jardín próximo a la roca —o montaña, o montículo; los evangelios dicen lugar— donde se produjo la Crucifixión, llamado originalmente Gólgota y luego Calvario (lat. calvaria, calavera), o en griego kranion (cráneo). Ese lugar estaba muy próximo a la muralla herodiana de la ciudad de Jerusalén, e incluso comunicado con ella por una calle, pero extramuros, ya que las normas judías prohibían los enterramientos intramuros, salvo para el caso de los reyes.
La destrucción de Jerusalén efectuada por los romanos trajo  la ruina para el Templo de Jerusalén y para otros lugares tradicionales de la antigua ciudad puesta entonces bajo el mando de los paganos. Si bien los primeros cristianos huyeron hacia Petra antes de la destrucción siguiendo una interpretación profética de Jesús (Lucas 21, 20-22), los mismos dejaron por escrito en los Evangelios la descripción del lugar de la Crucifixión y de la sepultura: Mateo 27, 33; 57 - 61; Marcos 15, 22; 42 - 47; Lucas 23, 33; 50 - 55; Juan 19, 17; 38 - 42. Ambos sitios, el Gólgota y la Tumba, están a pocos metros de distancia y entre ellos se encuentra la Piedra de la Deposición, lugar en donde dice la tradición el cuerpo de Jesús fue preparado después de ser bajado de la cruz para ser enterrado - Mateo 27, 59 y paralelos -. El lugar fue evidentemente una cantera por la enorme riqueza lítica y la red de cavernas que se pueden observar[cita requerida], un sitio ideal para la construcción de tumbas, una actividad muy normal en la época, especialmente entre personas de cierta posición social. El nombre, «Gólgota», la «Calavera», viene probablemente de la semejanza que las formas que las rocas tenían, como se puede comprobar hoy por hoy en los paisajes desérticos del Mar Muerto. Los romanos cambiaron el nombre de Jerusalén por el de Aelia Capitolina con el fin de hacer de la ciudad un enclave exclusivamente greco-romano - prohibieron el ingreso de los pueblos semitas - y construyeron lugares de culto pagano en donde estaba el Templo de Jerusalén y el Santo Sepulcro. Dicho acontecimiento es una de las pruebas históricas y arqueológicas que evidencian la historicidad de ambos sitios. En cuanto al Santo Sepulcro, en el año 326, el Emperador Constantino mandó erigir la Basílica del Santo Sepulcro en el lugar prescrito por la tradición y en el cual estaba erigido el culto pagano a la diosa romana Venus, mandado construir por Adriano, hacia el 135.
La Emperatriz Elena había acudido a la ciudad tras escuchar el informe presentado por Macario, obispo de Jerusalén, sobre el lamentable estado en el que se encontraban los lugares descritos en los evangelios (santos lugares, para los cristianos), decidida a mejorar personalmente la situación. Tenía también el propósito de localizar la cruz de la ejecución de Jesús; Constantino había empezado a utilizar el signo de la cruz, y a considerarlo presagio de victoria.
Elena, tras fracasar en la búsqueda de la cruz, o como parte de ella, inició la del sepulcro. La tradición cuenta que al derruir el templo pagano para aislar el Calvario e iniciar las nuevas edificaciones aparecieron también tres cruces, una de las cuales necesariamente habría[cita requerida] de ser la Vera Cruz o auténtica cruz del martirio de Cristo. Varias leyendas describen el prodigio que permitió identificar la Vera Cruz, casi siempre basadas en que una de las cruces producía curaciones milagrosas, y las otras dos no.
Los sucesos descritos a partir de 325-326, sobre el descubrimiento del sepulcro y la Vera Cruz por la Emperatriz Elena, se deben al obispo de Cesarea (Palestina) e historiador Eusebio, llamado también el Padre de la historia de la Iglesia. (Wikipedia)


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