INTRODUCCION
Con el fin de analizar mejor a los personajes de la vida de Jesús que
estoy publicando en el Blog de este Portal, he dejado para esta ultima
etapa, aquellos personajes que han causado más controversia y sirven de
tema a muchos grupos e iglesias. Destacan los Padres de Jesús (María y
José), sus Apóstoles y por supuesto, María Magdalena (La “pecadora”
arrepentida, la seguidora de Jesús, la mujer de Jesús, la portadora de
su descendencia, etc., etc.) que es el tema de esta pagina. Empezare con
los relatos Bíblicos acerca de ella, continuare con algunas confusiones
que motivaron los Padres de la Iglesia al emitir algunos conceptos que
hoy la Iglesia reconoce como errores que en su tradición, mantuvo por
muchos años acerca de esta mujer y la interpretación y creencia que de
ella tomaron grupos gnósticos que tuvieron gran influencia en los
Albigenses o Cátaros que dieron origen a grandes leyendas e historias.
He recurrido a varias fuentes que me han parecido interesantes, sin
importar sus ideas religiosas, así como también, a lo que yo llamo “Mis
fuentes mensajeras de Luz”.
Voy a emitir algunos breves comentarios al final de cada lectura que
he escogido para presentar este tema y dividirlo en varias partes debido
a su extensión, motivado a que el personaje se diversifica en varias
corrientes del pensamiento humano, dando origen a grandes historias
mezcladas con tradiciones en las que se esconden muchos errores en
su búsqueda de la verdad que se concentran en la persona humana de un
Jesús histórico aun inaceptable para muchos y exalta la naturaleza
femenina como una reacción contraria y natural hacia la cultura
patriarcal heredadas de las grandes corrientes monoteístas que conforman
el Judaísmo, el Cristianismo y el Islam, que hace que este tema se
extienda con la participación de varios autores, reservándome para el
final, el desarrollo personal que hago alrededor de este personaje,
tratando de verlo desde la mirada espiritual de un Templario inmerso en
la historia y en las grandes transformaciones de los grupos que
participan en la cadena cíclica y helicoidal del tiempo que percibimos
en nuestra conciencia colectiva de nuestra efímera vida y cuyas ideas,
aunque se presentan diferentes, contienen la misma semilla de la cual
nacieron y sus reacciones antagónicas con otros grupos se siguen
produciendo, aunque en en escenarios diferentes y modernos.
(Vicente De Houston)
MARIA MAGDALENA
Su nombre distintivo (que significa “De [Perteneciente a] Mt 15:39;
manuscritos más recientes leen “Magdala”, probablemente se origine de la
ciudad de Magdala, situada en la orilla occidental del mar de Galilea,
aproximadamente a medio camino entre Capernaum y Tiberíades. No hay
registro de que Jesús visitase este pueblo, aunque pasó mucho tiempo en
sus alrededores. Tampoco se sabe con certeza si era el pueblo natal de
María o su lugar de residencia. El que Lucas se refiera a ella como
“María la llamada Magdalena” ha llevado a algunos a pensar que el
evangelista quería resaltar algo especial o peculiar. (Lu 8:2.)
Jesús expulsó siete demonios de María Magdalena, razón suficiente
para que ella pusiese fe en él como el Mesías y para que respaldara tal
fe con excepcionales obras de devoción y servicio. Se la menciona por
primera vez en el transcurso del segundo año del ministerio de Jesús,
cuando él y sus apóstoles estaban “viajando de ciudad en ciudad y de
aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de
Dios”. Junto con Juana —la esposa del intendente de Herodes—, Susana y
otras mujeres, María Magdalena continuó atendiendo con sus propios
bienes las necesidades de Jesús y sus apóstoles. (Lu 8:1-3.)
La referencia más destacada a María Magdalena está relacionada con la
muerte y resurrección de Jesús. Cuando se le llevó al degüello, como el
Cordero de Dios, ella estaba entre las mujeres que le habían acompañado
desde Galilea para ministrarle y permanecieron allí, “mirando desde
lejos” su cuerpo fijado en el madero de tormento. Junto con ella estaban
María, la madre de Jesús, y Salomé, así como también la (“otra María”
núm. 4). (Mt 27:55, 56, 61; Mr 15:40; Jn 19:25.)
Después del entierro de Jesús, María Magdalena y otras mujeres fueron
a preparar especias y aceite perfumado antes del anochecer, cuando
comenzaba el sábado. Luego, al terminar el sábado y despuntar el alba,
en el primer día de la semana, María y las otras mujeres llevaron el
aceite perfumado a la tumba. (Mt 28:1; Mr 15:47; Mr 16:1, 2; Lu 23:55,
56; Lu 24:1.) Cuando María vio que la tumba estaba abierta y al parecer
vacía, se apresuró a contar las asombrosas noticias a Pedro y Juan,
quienes corrieron hacia aquel lugar. (Jn 20:1-4.) Para cuando María
llegó de nuevo a la tumba, Pedro y Juan ya habían partido. Inspeccionó
el interior de la tumba y quedó atónita al ver a dos ángeles vestidos de
blanco. Después, al volverse hacia atrás, vio a Jesús de pie, y
pensando que era el hortelano, le preguntó dónde estaba el cuerpo para
poder atenderlo. Cuando él respondió: “¡María!”, descubrió su identidad y
ella le abrazó impulsivamente, a la vez que exclamó: “¡Rabboni!”.* Pero
no era momento para expresiones de afecto. Jesús iba a estar con ellos
poco tiempo. María debía apresurarse a informar a los otros discípulos
sobre su resurrección y su ascensión, como él dijo, “a mi Padre y Padre
de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”. (Jn 20:11-18.) (Biblia Dinámica-Testigos de Jehová).
Comentario: Como artista siempre he admirado el material
grafico de los Testigos de Jehová y encontrar esta Biblia, fue muy grato
para mi, debido a la forma tan organizada del contenido. Mi experiencia
personal con ellos es, que siempre que tocan a mi puerta, me presentan
una Biblia igual que la mía y me quieren hablar de ella con las mismas
palabras que esta escrita; ¡que les puedo contradecir! solo no están de
acuerdo cuando les menciono cosas concretas que no están en ella pero
que forman parte de sus creencias y buscan responder en forma agresiva,
refiriéndose al culto de la virgen y los santos, o a la figura del Papa.
Este tipo de actitudes fueron tomadas de los grupos de reforma que los
utilizaron bastante en sus inicios pero que su respeto hacia la Iglesia
Madre, ha sido mas notorio en los últimos años, gracias al
ecumenismo que la Iglesia ha mantenido con estos grupos pero que sus
hijas y nietas han ignorado o no parecen haber comprendido nada de los
signos de los tiempo, yo por mi parte prefiero ser llamado Testigo de
Jesús o al menos eso quisiera serlo.
SANTA MARIA MAGDALENA
"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados." (Mt 5,5)
Su nombre era María, que significa "preferida por Dios", y era
natural de Magdala en Galilea; de ahí su sobrenombre de Magdalena.
Magdala, ciudad a la orilla del Mar de Galilea, o Lago de Tiberiades.
Jesús, al dar su Espíritu a sus apóstoles, les dijo que perdonasen
los pecados conforme se lo habían visto a Él hacer: y la liturgia nos
recuerda un ejemplo, que será siempre famoso, de la misericordia del
Salvador con los que se duelen de sus pasados extravíos. María, hermana
de Marta y Lázaro, era pública pecadora, hasta que tocada un día por la
gracia, vino a rendirse a los pies del Señor. “No te acerques a
mí, porque estoy puro”, le dirían los soberbios; pero el Señor, al
contrario, la recibe y perdona. Por eso Jesús, “acoge bondadoso la
ofrenda de sus servicios”, y le ofrece para siempre un sitial de honor
en su corte real. La contrición transforma su amor. “Por haber amado
mucho, se le perdonan muchos pecados”. Movido por sus ruegos resucita
Jesús a Lázaro, su hermano, y cuando Jesús es crucificado, le asiste,
más muerta que viva; preguntando, como la esposa de los Cantares, a
dónde han puesto su esposo Divino, Cristo la llama por su propio nombre,
y mándale llevar a los discípulos la nueva de su Resurrección.
Cuatro menciones en los Evangelios:
1) Los siete demonios. Lo primero que dice el Evangelio acerca de
esta mujer, es que Jesús sacó de ella siete demonios (Lc 8,2), lo cual
es un favor grandísimo, porque una persona poseída por siete espíritus
inmundos tiene que haber sido impresionantemente infeliz. Esta gran
liberación obrada por Jesús debió dejar en Magdalena una gratitud
profundísima. Nuestro Señor decía que cuando una persona logra echar
lejos a un mal espíritu, este se va y consigue otros siete espíritus
peores que él y la atacan y así su segundo estado llega a ser peor que
el primero (Lc 11,24). Eso le pudo suceder a Magdalena. Y que enorme paz
habrá experimentado cuando Cristo alejó de su alma estos molestos
espíritus. A nosotros nos consuela esta intervención del Salvador,
porque a nuestra alma la atacan también siete espíritus dañosísimos: el
orgullo, la avaricia, la ira, la gula, la impureza o lujuria, envidia,
la pereza y quizás varios más. ¿Quién puede decir que el espíritu del
orgullo no le ataca día por día? ¿Habrá alguien que pueda gloriarse de
que el mal espíritu de la impureza no le ha atacado y no le va a atacar
ferozmente? Y lo mismo podemos afirmar de los demás. Pero hay una verdad
consoladora: Y es que los espíritus inmundos cuando veían o escuchaban a
Jesús empezaban a temblar y salían huyendo. ¿Por qué no pedirle
frecuentemente a Cristo que con su inmenso poder aleje de nuestra alma
todo mal espíritu? El milagro que hizo en favor de la Magdalena, puede y
quiere seguirlo haciendo cada día en favor de todos nosotros.
2) Se dedicó a servirle con sus bienes. Amor con amor se paga. Es lo
que hizo la Magdalena. Ya que Jesús le hizo un gran favor al librarla de
los malos espíritus, ella se dedicó a hacerle pequeños pero numerosos
favores. Se unió al grupo de las santas mujeres que colaboraban con
Jesús y sus discípulos (Juana, Susana y otras). San Lucas cuenta que
estas mujeres habían sido liberadas por Jesús de malos espíritus o de
enfermedades y que se dedicaban a servirle con sus bienes (Lc 8,3).
Lavaban la ropa, preparaban los alimentos; quizás cuidaban a los niños
mientras los mayores escuchaban al Señor; ayudaban a catequizar niños,
ancianos y mujeres, etc...
3) Junto a la cruz. La tercera vez que el Evangelio nombra a
Magdalena es para decir que estuvo junto a la cruz, cuando murió Jesús.
La ausencia de hombres amigos junto a la cruz del Redentor fue
escandalosa. Sencillamente no se atrevieron a aparecer por ahí. No era
nada fácil declararse amigo de un condenado a muerte. El único que
estuvo junto a Él fue Juan. En cambio las mujeres se mostraron mucho más
valerosas en esa hora trágica y fatal. Y una de ellas fue Magdalena.
San Mateo (Mt 27,55), San Marcos (Mc 15, 40) y San Juan (Jn 19, 25)
afirman que junto a la cruz de Jesús estaba la Magdalena. En las
imágenes religiosas de todo el mundo los artistas han pintado a María
Magdalena junto a María, la Madre de Jesús, cerca de la cruz del
Redentor agonizante, como un detalle de gratitud a Jesús.
4) Jesús resucitado y la Magdalena. Uno de los datos más consoladores
del Evangelio es que Jesús resucitado se aparece primero a dos personas
que habían sido pecadoras pero se habían arrepentido: Pedro y
Magdalena. Como para animarnos a todos los pecadores, con la esperanza
de que si nos arrepentimos y corregimos logremos volver a ser buenos
amigos de Cristo.
Los cuatro evangelistas cuentan como María Magdalena fue el domingo
de Resurrección por la mañana a visitar el sepulcro de Jesús. San Juan
lo narra de la siguiente manera: "Estaba María Magdalena llorando fuera,
junto al sepulcro y vio dos ángeles donde había estado Jesús. Ellos le
dicen: - ¿Mujer, por qué lloras? - Ella les responde: - Porque se han
llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto. Dicho esto se volvió y
vio que Jesús estaba ahí, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: -
¿Mujer por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el
encargado de aquella finca le dijo: - Señor, si tú lo has llevado, dime
donde lo has puesto, yo me lo llevaré. Jesús le dice:¡María! (y se lanzo
a besarle los pies).
Le dijo Jesús: Suéltame, porque todavía no he subido al Padre. Vete
donde los hermanos y diles: ¡Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios a
vuestro Dios! Fue María Magdalena y les dijo a los discípulos: “He
visto al Señor, y me ha dicho esto y esto." (Jn. 27, 11). Esta mujer
tuvo el honor de ser la encargada de comunicar la noticia de la
resurrección de Jesús.
(EWTN) Red Mundial de Televisión Católica.
(Comentario) En este sitio católico, vemos como se acepta
sin reparos, la identidad de María de Betania con María Magdalena la
“pecadora” publica. Aunque la teoría me parece aceptable y menos
complicada que las dos Marías que ungen a Jesús con 6 días de
diferencia, siempre pensé que María, la hermana menor de Martha, vivía
con sus hermanos y siempre ansiosa de esperar a Jesús para escucharle;
Nunca me dio la impresión de que anduviese detrás de El, sirviéndole,
además, al pie de la cruz, ¿Dónde esta Marta y donde esta Lázaro? Bueno
de todas formas, que el arrepentimiento de María Magdalena la haya
convertido en María de Betania y la discípula preferida de Jesús en
cuanto a su testimonio, me parece muy aceptable, pero no en la misión
apostólica de un sacerdocio instituido por Jesús como algunos grupos
pretenden otorgarle.
DICIPULA DEL SEŇOR
Memoria de santa María Magdalena, que, liberada por el Señor de siete
demonios y convertida en su discípula, le siguió hasta el monte
Calvario y mereció ser la primera que vio al Señor resucitado en la
mañana de Pascua y la que se lo comunicó a los demás discípulos (s. I).
Cuando celebramos a Santa María Magdalen, debemos referirnos a tres
personajes bíblicos, que algunos identifican en una sola persona: María
Magdalena, María la hermana de Lázaro y Marta, y la pecadora anónima que
unge los pies de Jesús.
TRES PERSONAJES PARA UNA HISTORIA
María Magdalena, así, con su nombre completo, aparece en varias
escenas evangélicas. Ocupa el primer lugar entre las mujeres que
acompañan a Jesús (Mt 27, 56; Mc 15, 47; Lc 8, 2); está presente durante
la Pasión (Mc 15, 40) y al pie de la cruz con la Madre de Jesús (Jn 19,
25); observa cómo sepultan al Señor (Mc 15, 47); llega antes que Pedro y
que Juan al sepulcro, en la mañana de la Pascua (Jn 20, 1-2); es la
primera a quien se aparece Jesús resucitado (Mt 28, 1-10; Mc 16, 9; Jn
20, 14), aunque no lo reconoce y lo confunde con el hortelano (Jn 20,
15); es enviada a ser apóstol de los apóstoles (Jn 20, 18). Tanto Marcos
como Lucas nos informan que Jesús había expulsado de ella «siete
demonios». (Lc 8, 2; Mc 16, 9).
María de Betania es la hermana de Marta y de Lázaro; aparece en el
episodio de la resurrección de su hermano (Jn 11); derrama perfume sobre
el Señor y le seca los pies con sus cabellos (Jn 11, 1; 12, 3); escucha
al Señor sentada a sus pies y se lleva «la mejor parte» (Lc 10, 38-42)
mientras su hermana trabaja.
Finalmente, hay un tercer personaje, la pecadora anónima que unge los pies de Jesús (Lc 7, 36-50) en casa de Simón el Fariseo.
DOS EN UNA, TRES EN UNA.
No era difícil, leyendo todos estos fragmentos, establecer una
relación entre la unción de la pecadora y la de María de Betania, es
decir, suponer que se trata de una misma unción (aunque las
circunstancias difieren), y por lo tanto de una misma persona. Por otra
parte, los «siete demonios» de Magdalena podían significar un grave
pecado del que Jesús la habría liberado. No hay que olvidar que Lucas
presenta a María Magdalena (Lc 8, 1-2) a renglón seguido del relato de
la pecadora arrepentida y perdonada (Lc 7, 36-50). San Juan, al
presentar a los tres hermanos de Betania (Marta, María y Lázaro), dice
que «María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con
sus cabellos». El lector atento piensa: "Conozco a este personaje: es
la pecadora de Lucas 7". Además, en el mismo evangelio de Lucas,
inmediatamente después del episodio de la unción, se nos presenta a
María Magdalena, de la que habían salido «siete demonios». El lector
ratifica su impresión: "María Magdalena es la pecadora que ungió a
Jesús". Y por último, en el mismo evangelio de San Lucas, pocos
capítulos después (Lc 10), María, hermana de Marta, aparece escuchando
al Señor sentada a sus pies. El lector concluye: "María Magdalena y esta
María son una misma persona, la pecadora penitente y perdonada, que
Juan también menciona por su nombre aclarándonos que vivía en Betania".
Pero esta conclusión no es necesaria porque: no hay por qué relacionar a
Juan con Lucas; los relatos difieren en varios detalles. Así, por
ejemplo, la unción, según Lucas, tiene lugar en casa de Simón el
Fariseo; su relato hace explícita referencia a los pecados de la mujer
que unge a Jesús. Pero Mateo, Marcos y Juan, por su parte, hablan de la
unción en Betania en casa de un tal Simón (Juan no aclara el nombre del
dueño de casa, sólo señala que Marta servía y que Lázaro estaba
presente), y mencionan el gesto hipócrita de Judas en relación con el
precio del perfume, sin sugerir que la mujer fuese una pecadora. Sólo
Juan nos ofrece el nombre de la mujer, que los demás no mencionan. Los
«siete demonios» no significan un gran número de pecados, sino -como lo
aclara allí mismo Lucas- «espíritus malignos y enfermedades»; este
significado es más conforme con el uso habitual en los evangelios.
DOS TEORIAS
Los argumentos a favor de la identificación de los tres personajes,
como vemos, son débiles. Sin embargo, tal identificación cuenta a su
favor con una larga tradición, como se ha mencionado. Hay que decir
también que los argumentos a favor de la distinción entre las tres
mujeres tampoco son totalmente concluyentes. Es decir que ambas teorías
cuentan con razones a favor y en contra, y de hecho, a lo largo de la
historia, ambas interpretaciones han sido sostenidas por los exégetas:
así, por ejemplo, los latinos estuvieron siempre más de acuerdo en
identificar a las tres mujeres, y los griegos en distinguirlas.
UNA RESPUESTA “OFICIAL”
A pesar de que ambas posturas cuentan con argumentos, hoy en día la
Iglesia Católica se ha inclinado claramente por la distinción entre las
tres mujeres. Concretamente, en los textos litúrgicos, ya no se hace
ninguna referencia -como sí ocurría antes del Concilio- a los pecados de
María Magdalena o a su condición de "penitente", ni a las demás
características que le provendrían de ser también María de Betania,
hermana de Lázaro y de Marta. En efecto, la Iglesia ha considerado
oportuno atenerse sólo a los datos seguros que ofrece el evangelio.
Por ello, actualmente se considera que la identificación entre
Magdalena, la pecadora y María es más bien una confusión "sin ningún
fundamento", como dice la nota al pie en Lc 7, 37 de "El Libro del
Pueblo de Dios". No hay dudas de que la Iglesia, a través de su
Liturgia, ha optado por la distinción entre la Magdalena, María de
Betania y la pecadora, de modo que hoy podemos asegurar que María
Magdalena, por lo que nos cuenta la Escritura y por lo que nos afirma la
Liturgia, no fue "pecadora pública", "adúltera" ni "prostituta", sino
sólo seguidora de Cristo, de cuyo amor ardiente fue contagiada, para
anunciar el gozo pascual a los mismos Apóstoles.
LA LITURGIA DE SU FIESTA
Los textos bíblicos que se proclaman en su Memoria (que se celebra el
22 de julio) hablan de la búsqueda del «amado de mi alma» (Cant 3,
1-4a) o de la muerte y resurrección de Jesús como misterio de amor que
nos apremia a vivir para «Aquel que murió y resucitó» por nosotros (2
Cor 5, 14-17). El evangelio que se proclama en la Misa es Jn 20,
1-2.11-18, es decir, el relato pascual en que Magdalena aparece como
primera testigo de la Resurrección de Jesús, lo proclama «¡Maestro!» y
va a anunciar a todos que ha visto al Señor. Como se ve, ninguna alusión
a sus pecados ni a su supuesta identificación con María de Betania.
Sólo pervive de esta supuesta identificación el hecho de que la Memoria
litúrgica de Santa Marta se celebra justamente en la Octava de Santa
Magdalena, es decir, una semana después, el 29 de julio. Santa María de
Betania aun no tiene fiesta propia en el Calendario Litúrgico oficial.
Los textos eucológicos de la Misa de la Memoria de Santa María
Magdalena nos dicen, por su parte, que a ella el Hijo de Dios le
«confió, antes que a nadie... la misión de anunciar a los suyos la
alegría pascual» (Oración Colecta). Magdalena es aquella «cuya ofrenda
de amor aceptó con tanta misericordia tu Hijo Jesucristo» (Oración sobre
las Ofrendas) y es modelo de «aquel amor que [la] impulsó a entregarse
por siempre a Cristo» (Oración Postcomunión).
En la Liturgia de las Horas ocurre otro tanto, ya que los nuevos
himnos compuestos después de la reforma litúrgica (Aurora surgit lúcida
para Laudes y Mágdalæ sidus para Vísperas) hacen hincapié en los mismos
aspectos: María Magdalena como testigo privilegiado de la Resurrección,
primera en anunciar a Cristo resucitado, y fiel e intrépida seguidora de
su Maestro. Algo similar se verifica en los demás elementos del Oficio
Divino, en los que -nuevamente- no hay alusión ninguna a los supuestos
pecados de la Magdalena ni a su condición de hermana de Marta y Lázaro.
Como claro contraste, cabe señalar que en la liturgia previa al
Concilio, la Memoria del 22 de julio se llamaba «Santa María Magdalena,
penitente», y abundaban las referencias a su pecado perdonado por Jesús y
a su condición de hermana de Lázaro. El evangelio que se proclamaba era
justamente Lc 7, 36-50, es decir, la unción de Jesús a cargo de «una
mujer pecadora que había en la ciudad»: "in civitate
Finalmente, mencionemos que el culto a Santa María Magdalena es muy
antiguo, ya que la Iglesia siempre veneró de modo especial a los
personajes evangélicos más cercanos a Jesús. La fecha del 22 de julio
como su fiesta ya existía antes del siglo X en Oriente, pero en
Occidente su culto no se difundió hasta el siglo XII, reuniendo en una
sola persona a las tres mujeres que los Orientales consideraban
distintas y veneraban en diversas fechas. A partir de la Contrarreforma,
el culto a María Magdalena, "pecadora perdonada", adquiere aun más
fuerza
La leyenda oriental señala que después de la Ascensión habría vivido
en Éfeso, con María y San Juan; allí habría muerto y sus reliquias
habrían sido trasladadas a Constantinopla a fines del siglo IX y
depositadas en el monasterio de San Lázaro. Otra tradición -que
prevalece en Occidente- cuenta que los tres "hermanos" (Marta, María
"Magdalena" y Lázaro) viajaron a Marsella (en un barco sin velas y sin
timón). Allí, en la Provenza, los tres convirtieron a una multitud;
luego Magdalena se retiró por treinta años a una gruta (del "Santo
Bálsamo") a hacer penitencia. Magdalena muere en Aix-en-Provence, adonde
los ángeles la habían llevado para su última comunión, que le da San
Máximo. Diversos avatares sufren sus reliquias y su sepulcro a lo largo
de los siglos.
Estas leyendas, naturalmente, no tienen ningún fundamento histórico
y, como otras tantas, fueron forjadas en la Edad Media para explicar y
autentificar la presencia, en una iglesia del lugar, de las supuestas
reliquias de Magdalena, meta de innumerables peregrinajes.
Finalmente, cabe consignar que el apelativo "Magdalena" significa "de
Magdala", ciudad que ha sido identificada con la actual Taricheai, al
norte de Tiberíades, junto al lago de Galilea. (C.N.)Catholic Net
Comentario: Este sitio, explica claramente la
transformación que a sufrido la figura de María Magdalena dentro del
seno de la Iglesia como resultado de resoluciones tomadas durante el
Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Templario, Juan XXIII y no
por razones de presión motivados por grupos que influyeran en esta
decisión como pretenden señalar algunos comentaristas o escritores.
Con el saludo de Paz hacia todos mis H:.T:. de este Portal que se
abre al pensamiento y a la espiritualidad de los Pobres Caballeros
Seguidores De Cristo.
Desde la soledad del Temple
Vicente De Houston
Un Marshall Olvidado
“UBI AMOR IBI OCULOS”
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