Saturday, November 26, 2011

Herodes El Grande


Herodes el Grande
En realidad, eran judíos nominales, puesto que, según Josefo, el gobernante macabeo Juan Hircano I (c. 125 a. E.C.) había obligado a los idumeos a circuncidarse.
Aparte de la breve referencia bíblica a los Herodes, la mayor parte de la información acerca de esta dinastía se encuentra en los escritos del historiador Josefo. El antepasado de los Herodes fue Antípatro (Antipas) I, a quien Alejandro Janeo, el rey asmoneo (macabeo), había hecho gobernador de Idumea. El hijo de Antípatro, llamado también Antípatro o Antipas, fue el padre de Herodes el Grande. Según Josefo, el historiador Nicolás de Damasco afirmaba que Antípatro II era del linaje de los judíos principales que salieron de Babilonia hacia la tierra de Judá. Pero, como dice Josefo, Nicolás hizo esta afirmación solo para agradar a Herodes, quien era edomita tanto por parte de padre como de madre.
Antípatro II, hombre muy rico, se mezcló en la política y las intrigas, y tenía grandes ambiciones para sus hijos. Favoreció a Hircano II —hijo de Alejandro Janeo y Salomé Alejandra— para el puesto de sumo sacerdote judío y rey, en contra de Aristóbulo, el hermano de Hircano. No obstante, Antípatro en realidad actuaba movido por la ambición, y con el tiempo consiguió que Julio César le otorgara la ciudadanía romana y la gobernación de Judea. Antípatro nombró a Fasael, su primogénito, gobernador de Jerusalén, y a Herodes, otro de sus hijos, gobernador de Galilea. Su carrera finalizó cuando un asesino lo envenenó.

1. Herodes el Grande. Segundo hijo de Antípatro (Antipas) II.
2. Herodes Antipas. Hijo de Herodes el Grande y Maltace.
3. Herodes Agripa I. Hijo de Aristóbulo y nieto de Herodes el Grande.
4. Herodes Agripa II. Bisnieto de Herodes el Grande.
5. Herodes Filipo. Hijo de Herodes el Grande por medio de Mariamne II.
6. Herodes Filipo el tetrarca. Hijo de Herodes el Grande y de su esposa Cleopatra.

1. Herodes el Grande. Segundo hijo de Antípatro (Antipas) II por medio de su esposa Cipros. La historia corrobora la veracidad del breve apunte que la Biblia da acerca del carácter de este hombre: falto de escrúpulos, astuto, desconfiado, inmoral, cruel y criminal. Poseía la habilidad de su padre como diplomático y oportunista. Sin embargo, ha de puntualizarse que fue un hábil organizador y comandante militar. Josefo dice que era un hombre de gran fuerza física, con destreza para la equitación y para el uso de la jabalina y el arco. (La Guerra de los Judíos, libro I, cap. XXI, sec. 13.) La construcción quizás fue su faceta positiva más sobresaliente.
Como gobernador de Galilea, se distinguió primero por eliminar de su territorio las bandas de salteadores. Sin embargo, ciertos judíos envidiosos se unieron a las madres de los salteadores ejecutados y convencieron a Hircano II (entonces el sumo sacerdote) para que convocara a Herodes ante el Sanedrín, con la acusación de que se había adelantado a este tribunal haciendo ejecutar a los salteadores después de un proceso sumarísimo, en vez de someterlos a juicio. Herodes accedió, pero de manera descarada e irrespetuosa compareció con una guardia de corps, aunque como judío profeso estaba sujeto al mencionado tribunal. Este insulto al tribunal supremo judío hizo que incurriera en la ira de los jueces. Según Josefo, un juez llamado Sameas (Simeón) tuvo el suficiente valor como para ponerse en pie y predecir que si Herodes se libraba del castigo, con el tiempo mataría a todos los que estaban sentados para juzgarle. Pero Hircano era un hombre pasivo y de voluntad débil. La presión a la que le sometió Herodes, unida a una carta de Sexto César (un pariente de Julio César que entonces era presidente de Siria) en la que amenazaba a Hircano si no desestimaba los cargos, hizo que este capitulara. (Antigüedades Judías, libro XIV, cap. IX, sec. 4.)

Rey de Judea.
Herodes sucedió a su padre, y alrededor del año 39 a. E.C. el senado romano lo nombró rey de toda Judea. Sin embargo, no llegó a ser rey de hecho hasta que tres años más tarde tomó Jerusalén y destronó a Antígono, hijo de Aristóbulo. Después de esta victoria, tomó medidas para consolidar su posición. Con este fin persuadió a Marco Antonio para que matase a Antígono, y luego persiguió y dio muerte a cuarenta y cinco de los miembros principales de su partido. De los principales fariseos, solo perdonó a Sameas y Polio, pues unos años más tarde incluso mandó matar a Juan Hircano II. Al dar muerte de este modo a los que se habían sentado para juzgarle, cumplió la predicción de Sameas.
Como astuto político que era, Herodes creyó que sus mejores intereses yacían en el apoyo a Roma, pero tuvo que ser muy diplomático y cambiar con frecuencia de bando para mantenerse al paso con la suerte de los gobernantes romanos. Apoyó primero a Julio César, siendo amigo íntimo de Sexto, para más tarde ponerse del lado de Casio, el asesino de César. Asimismo, pudo obtener el favor de Marco Antonio, enemigo de Casio y vengador de César, en parte debido a sustanciosos sobornos. Cuando, más adelante, Octavio (César Augusto) derrotó a Antonio en la batalla de Actium, Herodes obtuvo hábilmente el perdón de Augusto por haber apoyado a Antonio, y más tarde conservó su amistad. Debido a su apoyo a Roma, a su liberalidad en el uso del dinero en forma de regalos a los césares, así como a su habla melosa, Herodes siempre salía airoso cuando los judíos, otras personas o hasta miembros de su propia casa llevaban a Roma quejas o cargos contra él.
Herodes empezó gobernando Galilea. Después, Casio le hizo gobernador de Celesiria, y posteriormente el senado romano, lo nombró rey de Judea por recomendación de Antonio. El emperador Augusto añadió Samaria, Gadara, Gaza, Jope y, más tarde, las regiones de Traconítide, Batanea, Auranítide y Perea (una región que estaba al E. del Jordán y que más o menos correspondía con Galaad). Idumea también estuvo bajo su dominio.

El templo y otras obras de construcción.
La obra de construcción de Herodes más notable, en particular desde el punto de vista bíblico, fue la costosísima reconstrucción del templo de Zorobabel en Jerusalén, que, una vez acabado, Josefo calificó de magnífico. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 3.) Debido a que los judíos odiaban a Herodes y desconfiaban de él, no le permitieron derribar de antemano el templo que ya existía, sino que primero tuvo que reunir los materiales de construcción y colocarlos sobre el terreno antes de que pudiese iniciar la demolición. Según Josefo, el santuario del templo se reedificó en dieciocho meses, mientras que otras construcciones importantes se erigieron en ocho años. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 6.) Sin embargo, en el año 30 E.C. los judíos afirmaron que el templo se había edificado en cuarenta y seis años. Esta declaración se hizo durante una conversación mantenida con Jesucristo, cuando se aproximaba el tiempo de la primera Pascua después de su bautismo. (Jn 2:13-20.) Según Josefo (Antigüedades Judías, libro XV, cap. XI, sec. 1), la obra empezó en el año decimoctavo del reinado de Herodes. Si se cuenta tal y como los judíos consideraban los años reinantes de los reyes, ese año sería el 18 ó 17 a. E.C. En realidad, el trabajo continuó en el templo (añadiéndole algunas cosas) hasta seis años antes de su destrucción, en 70 E.C.
Herodes también construyó teatros, anfiteatros, hipódromos, ciudadelas, fortalezas, palacios, jardines, templos en honor a César, acueductos, monumentos e incluso ciudades. A estas les puso su propio nombre, el de sus parientes o el de los emperadores de Roma. Construyó un puerto artificial en Cesarea que rivalizaba con el de Tiro. Según Josefo, sumergieron rocas enormes hasta una profundidad de 20 brazas (36 m.) a fin de hacer una mole de unos 60 m. (Antigüedades Judías, libro XV, cap. IX, sec. 6.) Herodes reconstruyó las fortalezas de Antonia y Masada, esta última con gran lujo. Hizo obras de construcción en ciudades tan lejanas como Antioquía de Siria y Rodas (en la isla del mismo nombre).
Herodes era un anfitrión que se prodigaba en atenciones y muy generoso a la hora de hacer regalos, en especial a los dignatarios romanos. Una de las principales quejas que tenían los judíos contra él era que construyera anfiteatros, como el de Cesarea, y celebrara en ellos juegos griegos y romanos, como carreras de carros, combates de gladiadores, luchas de hombres y fieras y otras festividades paganas. Tenía tanto interés en mantener los juegos olímpicos, que mientras estaba en Grecia camino de Roma, incluso participó en ellos como luchador. Luego donó una gran cantidad de dinero para perpetuar los juegos, como también, sin duda, su propia fama. Como profesaba el judaísmo, llamaba a los judíos “mis paisanos”, y a aquellos que regresaron de Babilonia para construir el templo de Zorobabel, “mis padres”. No obstante, su modo de vivir era un desmentido absoluto de su pretensión de ser siervo de Jehová Dios.

Problemas en la familia.
Casi toda la familia de los Herodes era ambiciosa, desconfiada, muy inmoral y un hervidero de problemas. Los mayores problemas y pesares a los que tuvo que hacer frente Herodes se produjeron dentro de su propia familia. Cipros, su madre, y Salomé, su hermana, agravaban la situación constantemente. Él estaba casado con Mariamne I, hija de Alejandro (hijo de Aristóbulo) y nieta de Hircano II. Era Mariamne una mujer de extraordinaria hermosura, a la que Herodes amaba mucho; sin embargo, fue surgiendo un odio entre ella y la madre y la hermana de Herodes. Por su parte, Herodes siempre tenía envidia y sospechaba que algunos de sus familiares, sobre todo sus hijos, conspiraban contra él. En algunos casos sus recelos estaban justificados. Su ambición de poder y sus sospechas le impulsaron a ordenar el asesinato de su esposa Mariamne, de tres de sus hijos, del hermano y del abuelo de ella (Hircano), de algunos de sus mejores amigos, así como de muchas personas más. Empleó la tortura para arrancar confesiones de cualquiera de quien sospechase que tenía información que pudiera confirmar sus recelos.

Relación con los judíos.
Herodes intentó mantener buenas relaciones con los judíos reconstruyendo el templo y satisfaciendo sus necesidades en tiempo de hambre. A veces disminuyó los impuestos de algunos de sus súbditos. También consiguió que Augusto garantizara ciertos privilegios a los judíos en diferentes partes del mundo. De todos modos, pesaron más su tiranía y crueldad, por lo que tuvo problemas con el pueblo judío durante la mayor parte de su reinado.

Su enfermedad y muerte.
Muy posiblemente debido a su vida licenciosa, con el tiempo Herodes contrajo una enfermedad repugnante acompañada de fiebre, y, según Josefo, “experimentaba una intolerable picazón en la piel, continuos retortijones intestinales, un edema en los pies semejante al de los hidrópicos; además tenía una tumefacción en el bajo vientre, una gangrena en los órganos sexuales que engendraba gusanos, asma, sofocación y calambres de todos los miembros”. (La Guerra de los Judíos, libro I, cap. XXXIII, sec. 5.)
En el transcurso de esta enfermedad mortal mandó asesinar a su hijo, el intrigante Antípatro. Además, como sabía que los judíos se regocijarían al enterarse de su muerte, ordenó que se reuniese en el lugar llamado el hipódromo, en Jericó, a los hombres más ilustres de la nación judía, y que los encerrasen allí. Luego mandó a aquellos que estaban a su lado que cuando muriese, la noticia de su muerte no se hiciese pública hasta que se hubiese ejecutado a estos líderes judíos. De esta manera, según él mismo dijo, de seguro toda familia en Judea lloraría en su funeral. Sin embargo, esta orden nunca se cumplió. Salomé, la hermana de Herodes, y Alexas, su esposo, libertaron a estos hombres y los enviaron a sus casas.
Herodes tenía a su muerte unos setenta años. En su testamento había nombrado sucesor a Antipas, pero poco antes de su muerte añadió un codicilo o hizo un nuevo testamento nombrando a Arquelao en su lugar. El pueblo y el ejército reconocieron a Arquelao como nuevo rey (la Biblia dice que el padre adoptivo de Jesús, José, oyó que “Arquelao reinaba en Judea en vez de su padre Herodes”, Mt 2:22). Pero Antipas no estuvo de acuerdo. Después de una audiencia en Roma, César Augusto favoreció el nombramiento de Arquelao. Sin embargo, le hizo etnarca y dividió el territorio que antes gobernaba Herodes: la mitad para Arquelao, y la otra mitad para Antipas y Filipo, otros dos hijos de Herodes.

Matanza de niños.
El relato bíblico de la matanza de todos los niños varones de dos años de edad para abajo en Belén y sus distritos está en armonía con los otros registros históricos que hablan acerca de la iniquidad de Herodes. Este suceso ocurrió poco tiempo antes de su muerte, pues los padres de Jesús se lo llevaron a Egipto para protegerlo, y poco después regresaron y se establecieron en Galilea cuando Herodes ya había muerto. Jehová profetizó estos dos acontecimientos por boca de sus profetas Jeremías y Oseas. (Mt 2:1-23; Jer 31:15; Os 11:1.)

Fecha de su muerte.
Surge un problema con respecto a cuándo murió Herodes: algunos cronólogos sostienen que murió en el año 5 ó 4 a. E.C. Su cronología se basa, en gran parte, en la historia de Josefo. Al fechar el tiempo en que Roma nombró rey a Herodes, Josefo usa una “datación consular”, es decir, coloca el acontecimiento durante la gobernación de ciertos cónsules romanos. De acuerdo con este hecho, se debió nombrar rey a Herodes en el año 40 a. E.C. A Josefo le contradice otro historiador, Apiano, cuyos datos situarían el nombramiento en el año 39 a. E.C. Siguiendo el mismo método, Josefo emplaza la toma de Jerusalén por parte de Herodes en el año 37 a. E.C., pero también dice que ocurrió veintisiete años después de que Pompeyo tomó la ciudad (63 a. E.C.), lo que significaría que Herodes tomó la ciudad de Jerusalén en el año 36 a. E.C. (Antigüedades Judías, libro XIV, cap. XVI, sec. 4.) Ahora bien, Josefo dice que Herodes murió a los treinta y siete años de que los romanos lo nombraran rey y treinta y cuatro años después de que tomó Jerusalén. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VIII, sec. 1.) La fecha de su muerte, según este último cálculo, sería, por lo tanto, el año 2, o quizás el año 1 a. E.C.
Es probable que el historiador judío Josefo contase los reinados de los reyes de Judea por el método del año de ascensión al trono, como se había hecho con los reyes de la línea de David. Si Roma nombró rey a Herodes en el año 40 a. E.C., su primer año de reinado pudo ir de Nisán de 39 a Nisán de 38 a. E.C. De igual manera, si se cuenta desde su toma de Jerusalén en el año 37 (o 36) a. E.C., su primer año de reinado pudo empezar en Nisán de 36 (o 35) a. E.C. Por lo tanto, si, como dice Josefo, Herodes murió treinta y siete años después de que Roma lo nombrara rey y treinta y cuatro años después de tomar Jerusalén —y si estos años se cuentan en cada caso según el año reinante—, su muerte pudo producirse el año 1 a. E.C. W. E. Filmer argumenta sobre este asunto en The Journal of Theological Studies (edición de H. Chadwick y H. Sparks, Oxford, 1966, vol. 17, pág. 284) y escribe que de la tradición judía puede deducirse que la muerte de Herodes ocurrió el 2 de Sebat (el mes de Sebat cae entre los meses de enero y febrero).
Según Josefo, Herodes murió no mucho después de un eclipse de Luna y antes de una Pascua. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VI, sec. 4; cap. IX, sec. 3.) Puesto que hubo un eclipse el 11 de marzo del año 4 a. E.C. (13 de marzo según el calendario juliano), algunos han llegado a la conclusión de que este era el eclipse al que hizo referencia Josefo.
Por otra parte, hubo un eclipse de Luna en el año 1 a. E.C., unos tres meses antes de la Pascua. Además, este eclipse fue total, mientras que el del año 4 a. E.C. fue solo parcial. El eclipse total del año 1 a. E.C. se produjo el 8 de enero (10 de enero, calendario juliano), 18 días antes del 2 de Sebat, el día tradicional de la muerte de Herodes. Otro eclipse (parcial) ocurrió el 27 de diciembre del año 1 a. E.C. (29 de diciembre, calendario juliano).
Otra forma de hacer el cálculo gira en torno a la edad de Herodes cuando murió. De acuerdo con el texto original, Josefo dice que murió alrededor de los setenta años y que recibió su nombramiento como gobernador de Galilea (acontecimiento fechado por lo general en el año 47 a. E.C.) cuando tenía quince años, aunque los doctos lo han considerado un error, entendiendo que se quiso decir veinticinco años, por lo que corrigen la cifra en algunas ediciones. (Antigüedades Judías, libro XVII, cap. VI, sec. 1; libro XIV, cap. IX, sec. 2.) De acuerdo con estos datos, la muerte de Herodes ocurrió en el año 2 o en 1 a. E.C. Sin embargo, debemos tener en cuenta que Josefo es muy poco consecuente al fechar los acontecimientos, y por lo tanto no es la fuente más confiable. Para hallar la información más fidedigna debemos acudir a la Biblia.
Los datos disponibles indican que Herodes probablemente murió en el año 1 a. E.C. El historiador bíblico Lucas nos dice que Juan empezó a bautizar en el decimoquinto año de Tiberio César. (Lu 3:1-3.) Augusto murió el 17 de agosto del año 14 E.C. El 15 de septiembre el senado romano nombró emperador a Tiberio. Los romanos no usaban el sistema de año de ascensión al trono, por consiguiente, el decimoquinto año transcurriría desde la última parte del año 28 hasta la última de 29 E.C. Juan, que era seis meses mayor que Jesús y empezó su ministerio antes que él —todo parece indicar que en la primavera de aquel año—, fue su precursor y le preparó el camino. (Lu 1:35, 36.) Según indica el registro bíblico, Jesús nació en el otoño, y cuando se presentó a Juan para bautizarse, tenía aproximadamente treinta años. (Lu 3:21-23.) Por lo tanto, lo más probable es que se bautizase en el otoño, hacia el mes de octubre de 29 E.C. Si contamos treinta años atrás, llegamos al otoño del año 2 a. E.C. como la fecha del nacimiento humano del Hijo de Dios. (Compárese Lu 3:1, 23 con la profecía de Daniel de las “setenta semanas”, registrada en Da 9:24-27.)

Los astrólogos que visitaron a Jesús.
El apóstol Mateo nos dice que después del nacimiento de Jesús en Belén, “en los días de Herodes el rey”, unos astrólogos de las partes orientales fueron a Jerusalén diciendo que habían visto su estrella cuando estaban en el Oriente. Al instante se despertaron en Herodes temores y sospechas, y averiguó por medio de los principales sacerdotes y escribas que el Cristo tenía que nacer en Belén. Entonces llamó a los astrólogos y mediante ellos se informó de cuándo apareció la estrella. (Mt 2:1-7.)
Debe notarse que esto fue algún tiempo después del nacimiento de Jesús, puesto que ya no estaba en un pesebre, sino con sus padres en una casa. (Mt 2:11; compárese con Lu 2:4-7.) Como no regresaron los astrólogos, que deberían ser portadores de noticias sobre el paradero del muchacho, Herodes ordenó la matanza de todos los niños de dos años de edad para abajo en todo Belén y sus distritos. Entre tanto, los padres de Jesús lo llevaron a Egipto debido a la advertencia de Dios. (Mt 2:12-18.) La muerte de Herodes difícilmente pudo haber acontecido antes del año 1 a. E.C., puesto que en ese caso Jesús, que nació alrededor del 1 de octubre del año 2 a. E.C., habría tenido menos de tres meses de edad.
Por otra parte, no era necesario que Jesús tuviera dos años cuando ocurrió la matanza de los niños; podía incluso haber tenido menos de un año, puesto que Herodes hizo el cálculo desde el tiempo en que se les apareció la estrella a los astrólogos mientras estaban en el Oriente. (Mt 2:1, 2; 7-9.) Este pudo haber sido un período de algunos meses, pues si los astrólogos procedían del antiguo centro de la astrología, Babilonia o Mesopotamia, como es probable, tuvieron que realizar un viaje muy largo. A los israelitas les tomó cuatro meses hacer ese viaje cuando fueron repatriados de Babilonia en el año 537 a. E.C. Herodes razonó que matando a todos los niños de dos años de edad para abajo, con toda seguridad acabaría con aquel que había nacido “rey de los judíos”. (Mt 2:2.) El hecho de que Jesús al parecer no permaneció largo tiempo en Egipto indica que Herodes murió poco después de estos sucesos. (Mt 2:19-21.)
Por lo tanto, podemos llegar a la conclusión de que la cronología bíblica, los datos astronómicos y los registros históricos disponibles parecen señalar como fecha de la muerte de Herodes al año 1 a. E.C. o tal vez los comienzos del año 1 E.C. (Biblia Dinámica)  

Herod
(Greek Herodes, from Heros.)

Herod was the name of many rulers mentioned in the N.T. and in history. It was known long before the time of the biblical Herods. (See Schürer, "Hist. of the Jewish People", etc., Div. I, v. I, p. 416, note.) The Herods connected with the early history of Christianity are the following:
Herod the great

Herod, surnamed the Great, called by Grätz "the evil genius of the Judean nation" (Hist., v. II, p. 77), was a son of Antipater, an Idumæan (Jos., "Bel. Jud.", I, vi, 2). The Idumæans were brought under subjection by John Hyrcanus towards the end of the second century B.C., and obliged to live as Jews, so that they were considered Jews (Jos., "Ant.", XIII, ix, 4). Yet Antigonus called Herod a half-Jew (Jos., "Ant.", XIV, xv, 2, and note in Whiston), while the Jews, when it furthered their interests, spoke of Herod their king as by birth a Jew (Jos., "Ant." XX, viii, 7). Antipater, the father of Herod, had helped the Romans in the Orient, and the favour of Rome brought the Herodian family into great prominence and power. Herod was born 73 B.C., and he is first mentioned as governor of Galilee (Jos., "Ant.", XIV, ix, 2). Here the text says he was only fifteen years old, evidently an error for twenty-five, since about forty-four years later he died, "almost seventy years of age" (Jos., "Bel. Jud.", I, xxxiii, 1). His career was more wonderful than that of many heroes of fiction. Among the rapidly changing scenes of Roman history he never failed to win the goodwill of fortune's favourites. In 40 B.C. the young Octavian and Antony obtained for him from the Roman senate the crown of Judea, and between these two powerful friends he went up to the temple of Jupiter to thank the gods of Rome. Antigonus was beheaded in 37 B.C., and from this date Herod became king in fact as well as in name. He married Mariamne in 38 B.C., and thereby strengthened his title to the throne by entering into matrimonial alliance with the Hasmoneans, who were always very popular among the Jews (Jos., "Bel. Jud.", I, xii, 3).

The reign of Herod is naturally divided into three periods: 37-25 B.C., years of development; 25-13, royal splendour; 13-4, domestic troubles and tragedies. During the first period he secured himself on the throne by removing rivals of the Hasmonean line. He put to death Hyrcanus, grandfather of Mariamne, and Aristobulus her brother, whom though but seventeen years old he had appointed high-priest. Their only offence was that they were very popular (Jos., "Ant.", XV, vi, 1, iii, 3). Mariamne also was executed in 29 B.C.; and her mother Alexandra, 28 B.C. (Jos., "Ant", XV, vii; "Bel. Jud.", I, xxii). As Herod was a friend to Antony, whom Octavian defeated at Actium 31 B.C., he was in great fear, and set out for Rhodes like a criminal with a halter around his neck to plead with the conqueror; but Cæsar confirmed him in the kingdom, with a grant of additional territory (Jos., "Bel. Jud.", I, xx).

Herod and his children were builders. Having the reins of government well in hand, and having wreaked vengeance upon his enemies, he adorned his kingdom by building cities and temples in honour of the emperor and of the gods. Samaria was built and called Sebaste, from the Greek name for Augustus. Cæsarea with its fine harbour was also built; and, being a Greek in his tastes, Herod erected theatres, amphitheatres, and hippodromes for games, which were celebrated at stated times even at Jerusalem (Jos., "Ant." XV, viii, 1, XVI, v, 1; "Bel. Jud.", I, xxi, 1, 5). As he builds temples to the false gods — one at Rhodes, for instance, to Apollo (Jos., "Ant.", XVI, v, 3) — we may judge that vanity rather than piety suggested the greatest work of his reign, the temple of Jerusalem. It was begun in his eighteenth year as king (Jos., "Ant." XV, xi, 1), i.e. about 22 B.C. (Grätz, "Gesch. d. Jud." V, iii, 187). In Josephus (Bel. Jud., I, xxi, 1) the text has the fifteenth year, but here the historian counts from the death of Antigonus, 37 B.C., which gives the same date as above. The speech of Herod on the occasion, though full of piety, may be interpreted by what he said to the wise men: "that I also may come and adore him" (Matt., ii, 8; Jos., "Ant.", XV, xi, 1). The temple is described by Josephus ("Ant.", XV, xi; cf. Edersheim, "The Temple its Ministry and Services", i and ii), and the solidity of its architecture referred to in the New Testament (Matthew 24:1; Mark 13:1). In John 2:20, forty-six years are mentioned since the building was undertaken, but it requires some juggling with figures to make this number square with the history of either the second temple, or the one built by Herod (see Maldonatus, who thinks the text refers to the second temple, and MacRory, "The Gospel of St. John", for the other view).

The horrors of Herod's home were in strong contrast with the splendour of his reign. As he had married ten wives (Jos., "Bel. Jud.", I, xxviii, 4 — note in Whiston) by whom he had many children, the demon of discord made domestic tragedies quite frequent. He put to death even his own sons, Aristobulus and Alexander (6 B.C.), whom Antipater, his son by Doris, had accused of plotting against their father's life (Jos., "Ant.", XVI, xi). This same Antipater, who in cruelty was a true son of Herod, and who had caused the death of so many was himself accused and convicted of having prepared poison for his father, and put to death (Jos., "Bel. Jud.", I, xxxiii, 7). The last joy of the dying king was afforded by the letter from Rome authorizing him to kill his son; five days later, like another Antiochus under a curse, he died. The account of his death and of the circumstances accompanying it is so graphically given by Josephus ("Ant.", XVII, vi, vii, viii; "Bel. Jud.", I, xxxiii), who follows Nicholas of Damascus, Herod's friend and biographer, that only an eye-witness could have furnished the details. In the hot springs of Callirrhoe, east of the Dead Sea, the king sought relief from the sickness that was to bring him to the grave. When his end drew near, he gave orders to have the principal men of the country shut up in the hippodrome at Jericho and slaughtered as soon as he had passed away, that his grave might not be without the tribute of tears. This barbarous command was not carried into effect; but the Jews celebrated as a festival the day of his death, by which they were delivered from his tyrannical rule (Grätz, "Gesch. d. Jud.", III, 195 — "Hist." (in Eng.), II, 117). Archelaus, whom he had made his heir on discovering the perfidy of Antipater, buried him with great pomp at Herodium — now called Frank Mountain — S. E. of Bethlehem, in the tomb the king had prepared for himself (Jos., "Ant.", XVII, viii, 2, 3; "Bel. Jud.", I, xxxiii, 8, 9).

The death of Herod is important in its relation to the birth of Christ. The eclipse mentioned by Josephus (Ant., XVII, vi, 4), who also gives the length of Herod's reign — thirty-seven years from the time he was appointed by the Romans, 40 B.C.; or thirty-four from the death of Antigonus, 37 B.C. (Ant., XVII, viii, 1)-- fixes the death of Herod in the spring of 750 A. U. C., or 4 B.C. Christ was born before Herod's death (Matthew 2:1), but how long before is uncertain: the possible dates lie between 746 and 750 A. U. C. (see a summary of opinions and reasons in Gigot, "Outlines of N. T. Hist.", 42, 43).

Herod's gifts of mind and body were many. "He was such a warrior as could not be withstood . . . . fortune was also very favourable to him" (Jos., "Bel. Jud.", I, xxi, 13), yet "a man of great barbarity towards all men equally and a slave to his passions; but above the consideration of what was right" (Jos., "Ant.", XVII, viii, 1). His ruling passions were jealousy and ambition, which urged him to sacrifice even those that were nearest and dearest to him: murder and munificence were equally good as means to an end. The slaughter of the Innocents squares perfectly with what history relates of him, and St. Matthew's positive statement is not contradicted by the mere silence of Josephus; for the latter follows Nicholas of Damascus, to whom, as a courtier, Herod was a hero. Hence Armstrong (in Hastings, "Dict. of Christ and the Gospels", s.v. "Herod") justly blames those who, like Grätz (Gesch. d. Jud., III, 194 — Hist. (Eng.), II, 116), for subjective reasons, call the evangelist's account a later legend. Macrobius, who wrote in the beginning of the fifth century, narrates that Augustus, having heard that among the children whom Herod had ordered to be slain in Syria was the king's own son, remarked: "It is better to be Herod's swine than his son" (Saturn., II, 4). In the Greek text there is a bon mot and a relationship between the words used that etymologists may recognize even in English. The law among the Jews against eating pork is hinted at, and the anecdote seems to contain extra-biblical elements. "Cruel as the slaughter may appear to us, it disappears among the cruelties of Herod. It cannot, then, surprise us that history does not speak of it" [Maas, "Life of Christ" (1897), 38 (note); the author shows, as others have done, that the number of children slain may not have been very (New Advent)






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